Eran cerca de las doce de la noche y el mensaje de texto que recibí de mi amiga no me dejó dormir. "Está todo mal, Lei". No puedo borrarme de la cabeza la sensación que sentí al leer cada una de estas palabras. Estaba sola en casa, mi bebé dormía. La cabeza que no ayudaba demasiado a relajar la velocidad de mis pensamientos hacía que el tiempo fuera eterno. Los minutos se habían transformado en chicles pegajosos y babeados que lo único que conseguían era aumentar mi ansiedad. El día después de ése mensaje nada sería igual para mi. Inmediatamente comencé a pensar por qué, cómo, cuándo, y qué sigue ahora.
Cerca de las tres de la mañana logré conciliar el sueño. Entre alteraciones y angustia pasé lo que quedaba de la noche como pude. Al despertar, mucho antes de que sonara el despertador, comencé a meterme en sitios de internet buscando una respuesta a algo imposible de contestar. Sin embargo, de los miles de sitios que visité uno me llamó la atención. Decía algo así como que el cáncer es esa enfermedad que camina descalza y en silencio hasta que de golpe la Bronca, enojada porque no la encuentra en la habitación que tenemos como cuerpo, prende la luz. No se si es tan así, pero la metáfora me pareció brillante como para encontrar el paliativo a lo que se viene. La felicidad, la sonrisa, la broma y la buena compañía son curativas, al menos el humor resultó una gran terapia en mi vida sobre todo en los momentos más crudos.
Entonces pensé en mi grupo de compañeras, y frente a las palabras de nuestra amiga quien aseguraba que todo sería más difícil sin nosotras, entendí que la responsabilidad que tenemos ahora es acompañarla en lo que sea pero con la alegría más firme que nunca. Hacerla reír hasta que le duela la panza, disfrutarla, pelearla con ella.
Vienen tiempos más que difíciles, ojalá podamos estar a la altura de las circunstancias. Si la Bronca prendió la luz, yo pienso vencerla hasta que tema aparecer de nuevo. Y ahora más que nunca.
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del caos y de las pesadillas
de la ajada miseria y de los miserables
de las ausencias breves y las definitivas
defender la alegría como un atributo
defenderla del pasmo y de las anestesias
de los pocos neutrales y los muchos neutrones
de los graves diagnósticos y de las escopetas
defender la alegría como un estandarte
defenderla del rayo y la melancolía
de los males endémicos y de los académicos
del rufián caballero y del oportunista
defender la alegría como una certidumbre
defenderla a pesar de dios y de la muerte
de los parcos suicidas y de los homicidas
y del dolor de estar absurdamente alegres
defender la alegría como algo inevitable
defenderla del mar y las lágrimas tibias
de las buenas costumbres y de los apellidos
del azar y también, también de la alegría.
Mario Benedetti
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del caos y de las pesadillas
de la ajada miseria y de los miserables
de las ausencias breves y las definitivas
defender la alegría como un atributo
defenderla del pasmo y de las anestesias
de los pocos neutrales y los muchos neutrones
de los graves diagnósticos y de las escopetas
defender la alegría como un estandarte
defenderla del rayo y la melancolía
de los males endémicos y de los académicos
del rufián caballero y del oportunista
defender la alegría como una certidumbre
defenderla a pesar de dios y de la muerte
de los parcos suicidas y de los homicidas
y del dolor de estar absurdamente alegres
defender la alegría como algo inevitable
defenderla del mar y las lágrimas tibias
de las buenas costumbres y de los apellidos
del azar y también, también de la alegría.
Mario Benedetti
3 comentarios:
Hermosa respuesta encontraste. Vivi
Gracias amiga!!
sé loque se siente. arriba el ánimo, lo será será.
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