lunes, 21 de mayo de 2007

Extrañar

Jode descubrir esta vulnerabilidad que me hace frágil ante cualquier ventarrón del pasado que se active por puro capricho cotidiano. No me sostengo, por el contrario, dejo que mi cuerpo caiga en el vacío de esta cretina memoria, tan persuasiva e irrespetuosa como de costumbre.

Memoria que me asalta insolente en cualquier lugar, con todos y con nadie, que repite los versos de una canción obsesiva por convencerme de que “no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”.

Memoria que me grita al oído hasta volverme loca y luego desaparece como por arte de magia...

Claro que no vuelve todo a la normalidad cuando esto ocurre. Mi mente trata ordenar los recuerdos removidos para acomodarlos otra vez en el sitio indicado pero, sigilosamente, cada uno de ellos susurra tu nombre, estremece mis sentidos, niega tu ausencia, a tal punto de que nunca se llega a reestablecer la paz en mí.

Y pienso... cada día que muere es un poco más pesado, y las vivencias son cargas demasiado difíciles de sobrellevar en su mayoría. Uno quiere aprender de ellas, pero con el correr de los años me convencí de que ante la debilidad, cualquier error es posible. Me refiero a esa debilidad que se disfraza de abrigo y me abraza con tu perfume. Que a veces se calza tu sonrisa y me despierta del mal sueño en el que vivo... entonces te siento cerca, sólo en aquella nebulosa imaginaria.

Debilidad que tiene como aliada a la memoria, que me deja autoengañar mientras creo haber enterrado nuestras caricias, y que cuando menos lo espero, me antepone los recuerdos caprichosos de todo lo que viví y me hizo caer en este amor rengo.

Traicionera. Cobarde.

Así continúo el camino... sin vos.

Lo único que sabía vencer era el cansancio, aunque ahora me encuentre presa de sus garras... subyugada a él.

Imagen: WEB

Octubre de 2002

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