Ni más ni menos adjetivadas por la sociedad. Si cada una de
nosotras somos esto y mucho más, no está mal, es un combo explosivo. A veces da
miedo, otras curiosidad. A veces aleja. Pero siempre terminamos siendo
imprescindibles ante los ojos de quienes nos miran.
Mujeres de acero que se derriten en un abrazo. De mirada
fuerte y voz dulce. De brazos débiles y pasos firmes. De discusiones
terminantes y sonrisas fáciles. De besos inolvidables. De cuerpos admirados. De
cerebros perspicaces. De carne y hueso. Mágicas y reales. Eso somos. Y me
siento orgullosa de pertenecer a este género, aún con mis contradicciones.
Mujeres que llenan mi vida y me dan vida.
Mujer eterna seré para mi hijo.
Mujer que festeja no hoy, todos los días, por hacer que el
sol brille de manera especial.
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