Formas. Un brazo que se dobla de repente. Un pie que estira su punta suave. Una postura. Una disciplina. Una estructura. Un deber. Y de golpe el disfrute de la desprolijidad en perfección técnica. El goce. El placer. El sexo de lo clásico indefinido. La cabeza que razona. El cuerpo que siente. Los pies descalzos que asaltan el suelo. El vientre en movimiento, amante furtivo de la respiración controlada. Un rodete que se desarma. La libertad del pelo. Una zapatilla de punta que pide presencia. Una rodilla en línea con los pies paralelos y un brazo que simula un cisne. Un cuello que define un arabesque. Una cintura que se quiebra dando un golpe. Un ritmo a destiempo. Y manos. Y caras. Y ojos que miran. Y risa espontánea. Y la definición de una pirueta. Y un suelo que llama. Y luego la seriedad. Una batalla entre las pasiones y las broncas. Catarsis de lo cotidiano. Una melodía interna. Lo clásico. La ruptura. El jazz. La fusión. Un romance que comienza. La vida. Bailar.
"(...) Toda comprensión intensa es finalmente la revelación de una profunda incomprensión. Todo momento de hallar es un perderse a uno mismo". Clarice Lispector
martes, 29 de abril de 2014
sábado, 5 de abril de 2014
Gracias
Por mirarla aprendí a pelear. Aprendí que cada día de nuestra vida tiene un valor único, y que el dolor de los peores momentos no es eterno. Que una mirada puede describir nuestro pesar y una sonrisa esconder una tormenta. Que al final del camino hay dos manos extendidas para ayudarnos a salir. Que no existe el destino pero si la voluntad de forjarlo. Que la soledad es una elección, a veces sana y a veces desmedida. Que las decisiones se respetan sin dudar, y los abrazos se dan sin pedir permiso. Que las palabras tienen valor, pero los silencios son más contundentes. Que la vida es un círculo que jamás terminaremos de recorrer. Aprendí a escuchar, a bancar la parada a pesar de las distancias. Aprendí a levantarme cuando quería permanecer en el letargo. Asumí responsabilidades. Discutí. Defendí lo que me parecía injusto. Por ella me emocioné más. Dejé de esconderme. Me animé a ser yo frente al resto. No disimulé mis angustias. Compartí instantes con quienes nunca pensé que lo haría. Descubrí gente maravillosa y me alejé de los obsecuentes sin sentido. Reí a carcajadas delante de quienes no sonríen a menudo. Desafié obstáculos. Me atreví a cambiar. Lloré para vaciarme de viejos rencores. Volví a bailar. Reafirmé mis pasiones.
Hoy cumple años la persona que elegí llevar conmigo siempre. Una amiga de fierro. Una hermana ejemplar. Una madraza. Una tía adorable. Una mujer con todas las letras. Felicidades Andre. Te adoro. Gracias por dejarme estar.
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