Ahí estábamos, alguna vestida de sol, otra de luna, y yo como cantante exclusiva del jardín. "El sol de los bigotes" fue el tema elegido para representar mientras nosotras, madres inexpertas en escena, intentábamos actuar a la altura de un Julio Chavez que dejaba mucho que desear. El acto duró 3 minutos, y mi sorpresa fue la reacción de él, mi hombre pequeño, el gran amor de mi vida. Terminamos de bailar y en medio de la emoción por unas palabras que pronunció una de las mamás, Lisandro me regaló la mejor sonrisa seguida de aplausos de pie. El único parado en el salón. El único orgulloso de mis papelones.
Hoy gané el premio más grosso que una puede tener: la felicidad de mi hijo. Fue lejos el mejor momento de mi vida. Felicítenme, vamos, que un aplauso de pie no lo tiene cualquiera.
1 comentario:
Delicioso relato. Raúl
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