domingo, 18 de diciembre de 2016

Recuerdos

En el medio del mar varias veces me acordé de mi mamá. Recordaba su sonrisa y su coquetería, pensaba qué me diría al verme maquillar todas las noches, poniéndome linda como ella decía, usando ropa que nunca uso. En el teatro del crucero, también la pensé. Me hubiera encantado que viajáramos las dos, doy fe. Llevarla a lugares que yo no elegiría sólo para verla feliz. Comprarle vestidos, zapatos, hacerla reír, hacerla pasar vergüenza para que me rete. Una noche en la que mis amigas se fueron a dormir me quedé sola en el bar que siempre tenía música en vivo y me imaginé ahí con ella. Antes de sentarme en la barra, pasé por la perfumería y me probé el Poison, su perfume preferido. Entonces una y otra vez olía mi brazo mientras sus gestos venían a mi cabeza, al compás de canciones que seguramente desde el cielo estaba eligiendo para mí.

Este año terminó de cambiar mi parecer frente a la vida. Es sabido que soy mandada, pero aún en mis impulsos pienso mucho en lo que puede pasar. Siempre fui de guionar imaginariamente los días, pero la partida de mamá de un momento al otro me reinvento. El cáncer de mis amigas me sacudió de vereda. El trabajo, mi hijo, mis sentimientos, todo se vio revolucionado. Entonces empecé a vivir tratando de no pensar tanto en lo que puede suceder. Me animé a dejar los miedos de lado, total, si las cosas salen mal tendré que seguir aprendiendo, y si salen bien, seré feliz... ni más ni menos. Mandar a la mierda a varias personas no es el fin del mundo. Al contrario, es el comienzo de uno distinto. Más sano. Más auténtico. Bailar, cantar y abrazar fuerte cuando uno lo necesita es mejor remedio que un psicofármaco muchas veces. No solía emocionarme adelante de mis amigos y este año me dejé abordar por todo lo que me pasaba por las venas. Sentí diferente. Respiré sinceridad. Y me conocieron de otra forma. 

Recién me pasó de agarrar el teléfono y querer hablar con mi mamá. Son difíciles las ausencias. Complejas. Miraba los contactos y ya no la tengo. Obvio, claro que está conmigo igual. Pero necesitaba escucharla. Un ratito...

Ojalá entendamos que la vida pasa por vivir, no por postergar. Que hoy es ahora, no mañana. Que los recuerdos son lindos compartidos, no solos. Animarse a volver a empezar siempre pero siempre es mejor que quedarse con las ganas. 

No seamos cagones. Amemos con todo lo que tenemos por entregar, que ahora es cuando.

domingo, 4 de diciembre de 2016

La mejor novela de mi vida

Cuando los guionistas escriben una historia, muchas veces los criticamos diciendo que sólo en las novelas pueden ocurrir ciertas cosas. Los tildamos de fantasiosos, bizarros o hasta decimos que subestiman nuestro intelecto con lo que nos cuentan. Bueno, se calman porque esto no es así.

Tengo cuatro amigas que estoy convencida de que salieron de la mente de algún guionista. Dos de ellas, Rita y Ale, que para nosotras son las Xipolitakis, decidieron el año pasado hacer un crucero. Vinieron un día felices por haber tomado la decisión de irse en diciembre juntas a recorrer Punta del Este, Río de Janeiro, Ilha Grande e Ilhabela. Estábamos todas contentas. Las ayudabamos a contar los días, ver que ropa se iban a llevar, que zapatos, como debían comportarse (?). El voucher del viaje no les llegaba... Y la preocupación comenzó a extenderse hasta que arrancaron con los reclamos. No fueron tantos, es más, creo que con el primero ya se dieron cuenta de lo había pasado: el crucero era para diciembre de 2016... UN AÑO DESPUES DE LA FECHA QUE ELLAS CREIAN. Luego de la conmoción, los ataques de risa y la burla que las Xipo sufrieron, vino el resto. 

De las cinco, nuestra Pao le ganó la batalla a un cáncer hijo de puta que la sorprendió hace algunos años. Pero en abril de este año, el forro la invadió a Ale. Mismo lugar del cuerpo pero otro tipo de cáncer, más aguerrido y sin embargo igual de cobarde. Fuertes y sin miedo a nada, las cinco acompañamos a nuestra superheroina a la nueva batalla. Sudores, lágrimas, confesiones, malestares y mucho amor fue lo que hizo que Ale hoy brille de nuevo. Y en medio de todo esto, el crucero de las Xipo se convirtió en el trofeo de nuestra amistad. Decidimos sumarnos a su locura, venciendo fobias (Rosana odia navegar, yo jamas deje a Lisandro una semana sin mi presencia y Pao detesta el sol) para festejar la vida que nos une, nos hermana y nos hace invencibles. 

Hace un año atrás, cuando descubriamos el "error" de las chicas, un infradotado me estaba encerrando en una oficina para maltratarme al punto tal de dejarme inhabilitada emocionalmente. Esta es mi mejor venganza, la de la felicidad, la sonrisa y la compañia de mis hermanas de la vida.

Las amo, y juro que esta historia es real.

Los errores no existen, y todo pasa siempre por una razón. 

Gracias por ser parte de esta hermosa novela. A DISFRUTAR QUE ESTE ES NUESTRO FIN DEL MUNDOOOOOOO!