domingo, 25 de enero de 2015

Dis-posiciones

Nacemos a la fuerza, no porque querramos. Salimos a la vida que no buscamos. Crecemos. Nos rompemos. Nos arreglamos. Nos golpeamos. Nos herimos. Nos necesitamos. Cargamos con mandatos en una mochila que no tenemos ganas de llevar. Nos amargamos. Sonreímos con vergüenza. Peleamos. Gozamos. Nos vestimos en un mundo que nos despoja de verdades. Nos desnudamos en una situación de intimidad porque aprendimos las normas sociales. Respetamos leyes, consejos, frases motivacionales sin sentido y tenemos un amigo fanático de El Secreto que nos parece una pelotudez, pero no se lo decimos. Aprendemos. Nos ignoramos. Leemos. Dibujamos. Mentimos. Hacemos de cuenta qué. Nos situamos en la vereda de enfrente. Somos funcionales a todo. Somos disfuncionales a nosotros mismos. Cantamos. Bailamos a solas porque el público, que sabe de profesionalismos, nos juzga si lo hacemos mal. Votamos sin saber. Sabemos sin estudiar. Estudiamos sin pasión. Amamos sin desear. Deseamos imposibles para sentirnos frustrados. Fracasamos. Emprendemos. Nos conformamos con poco. Ambicionamos demasiado. Pedimos cambios a personas que son como son. Intentamos ser como nos condenaron a ser. Sufrimos. Buscamos una felicidad que nadie en su puta vida encontró. Nos desesperamos. Nos arreglamos para una fiesta que siempre termina mal. Nos peinamos todos los días para estar prolijos frente a tanto caos. Somos ridículos. Somos actores. Somos farsantes. Somos sensibles. Nos emocionamos a cada instante sin demostrarlo vaya a saber por qué. Tenemos hijos que nos enseñan a ser padres y padres a los que reprochamos. Tenemos sangre, piel, brillo en los ojos y autenticidad que sólo aparecen cuando nos permitimos vivir. Tenemos recuerdos y miles de sueños. Tenemos hambre de abrazos, sed de besos, incontinencia verbal y convulsiones impulsivas extremas. Nos chocamos. Nos miramos. Nos respiramos. Nos tenemos. Por fin nos deseamos. Avanzamos. Retrocedemos. Nos arrepentimos. Volvemos a intentarlo. Nos pasa la vida. Nos corre la muerte. Nos atrapa el tiempo. Le escapamos al corazón. Volvemos a llorar porque nacemos de nuevo con cada ausencia. Todo parece imposible de resolver. Todo. Y lo único que necesitamos para hacer que el mundo funcione, es amor. Que nace a la fuerza, no porque querramos... y así es el círculo que nos mantiene vivos.
 
 
 

martes, 6 de enero de 2015

Resultado: Positivo

La primera reacción no fue de alegría. Tuve miedo y ganas de llorar. De hacerme chiquita como vos lo eras, de volver a una panza, de sentirme acurrucada, protegida, abrigada y sin preocupaciones. Esperé en cuclillas el resultado, temblando y con baja presión. Desde el instante en que tu papá me dijo emocionado que yo sería tu mamá supe que nada volvería a ser de la misma manera. Ni mi vida, ni mi cuerpo, ni mis ojos, ni mis fuerzas. Absolutamente todo comenzaba de cero. No soy exagerada, es así. Estaba desnuda frente a la maternidad. Ignorante de consejos y de sensaciones. Sola con mi sensibilidad. Egoísta de mis pensamientos. Éramos vos y yo disputando un espacio: mi cuerpo. Vos latiendo adentro mío, yo agitándome en cada paso. Vos comiendo, yo engordando. Vos respirando, yo sintiendo. Vos nadando, yo durmiendo. Vos, mi vida; yo, la tuya.
Así fueron esos 9 meses intensos que transitamos juntos. Por eso río cuando me hablan sobre cómo sos, qué te gusta, qué sentís o cómo podés llegar a estar. Nadie te conoce tanto ni sabe de vos como mamá. Si leyeras esto preguntarías "¿Y papá?" Papá te llevó en su corazón desde antes que habitaras mi panza. Mirá si no te conocerá...
Quizás en este recorrido cometa el error de todas: sobreprotegerte. O estos, seguro: hablarte hasta por los codos, contarte mil cuentos hasta el hartazgo, abrigarte por las dudas y hacerte cosquillas aunque no quieras. Perdón. Espero que me entiendas.
Hoy hace 3 años que llegaste a mi mundo para transformarme en la mujer que soy. No la más feliz porque la felicidad es bastante fugaz, sino la más mujer. La más fuerte, la más gigante, la más creativa, la más genuina, la más peleadora. Así me hacés sentir. Tampoco sé si es bueno o es malo, debería agrandarme, ¿no? Tengo una certeza, claro, y es que por más esfuerzos que haga, me cuesta recordar cómo era mi vida antes de que vos llegaras. Sos mi realidad Lichu. Lo demás... lo demás es una gran construcción. Quiero estar a tu lado cuando te enamores, te emborraches, quieras probar cosas nuevas o hagas la peor travesura. Quiero disfrutarte como si viviera todos los días el último día de mi vida. Felices 3 años mi príncipe de las mareas. Te amo con todo mi corazón.